Cecilia Russo

Coaching Ejecutivo: ¿Es realmente una herramienta de Desarrollo del Liderazgo?

En mi práctica como Coach he transitado distintas experiencias acompañando a Líderes en procesos de Coaching.

El Líder llega al proceso de Coaching por elección propia o porque su Jefe le sugiere que lo haga. Llega con diferentes demandas, intereses, expectativas que lo acercan con la esperanza de lograr que algo cambie, funcione mejor o que surjan nuevos aprendizajes, en definitiva, elevar su nivel de desempeño como Líder.

Desde lo formal, en un proceso de coaching buscamos:

  • Abrir al Líder a una mirada diferente de la realidad 
  • Generar algún tipo de aprendizaje
  • Entregar herramientas, tips, ideas para que pueda gestionar más efectivamente su día a día.

En cuanto a la metodología de trabajo utilizamos ejercicios prácticos, lecturas, role playings y distintas herramientas que colaboran a realizar el cambio que esa persona está buscando. Esto ayuda al Líder a trabajar desde lo fenomenológico, es decir, llevando a su realidad y día a día los temas que vamos abordando y poniéndolos en práctica en la vida real. Implica pasar de una situación de “laboratorio” que es el proceso de coaching a la “vida real” que es Líder en su cotidianidad liderando, gestionando, decidiendo.

Pero ¿siempre logramos  resultados? ¿De qué dependen? ¿Los resultados se sostienen en el tiempo?

Diría que logramos resultados en la medida que en el Líder haya una toma de conciencia clara de la necesidad de cambio y que esté dispuesto a transitar los costos de ese cambio. En general, solemos volver a la matriz, a lo conocido, al lugar que transitábamos habitualmente. Es decir, el beneficio del cambio tendrá que ser mayor al costo de cambiar. ¡No hay otra!

Además, sabemos que realmente puedo decir qué cambié, cuando aprendí y aprender significa tener la capacidad de repetir una nueva competencia en forma recurrente, autónoma y sostenible en el tiempo. ¡Qué difícil! 

Sin embargo, cuando me di cuenta de la necesidad de cambio, ese maravilloso momento “aha” donde veo algo que no veía antes, es muy difícil no intentar cambiar. Ya me siento incómodo en ese lugar que estaba en el pasado  y me urge hacer algo para modificar alguna conducta en mí.

Por otra parte, hay un factor decisivo que es el compromiso del Líder con el proceso y la profundidad que le quiera o pueda dar a ese camino de auto explorarse.

Hay Líderes que se llevan herramientas nuevas y con ellas logran esos cambios más rápidamente. Otros llegan a una capa más profunda de mirarse a sí mismos y descubren características personales que influyen en su desempeño en lo laboral pero que también son características propias que impactan en su vida personal.

Es decir, aquellas fortalezas y también sus áreas de mejora en lo laboral, también lo son en su vida privada y descubren que en sus relaciones de pareja, hijos, amigos, algunos de esos aciertos y dificultades estaban presentes.

Para mí como Coach, es un privilegio y una responsabilidad enorme llegar al “alma” de cada una de las personas que acompaño, con mucho cuidado y respeto por lo que esa persona es y puede. En la medida que ellos se transforman, yo me transformo. Cuando terminamos cada proceso de coaching, les agradezco por eso aunque no sé si realmente “se creen” que yo también aprendo y me transformo. 

Un ¡Gracias! enorme a esas personas con quienes nos hemos transformado mutuamente en los últimos años. Gracias a Pía Negroni, Andres Bianco, Ignacio Sanchez Vaqueiro, Ramiro Sevillano, Pablo Santamarina Mercedes Lardizabal, Manuel Jaramillo, Martin Font, Fernando Miñarro, Hernán Correa Garlot, Bea Macaya, Santi Imbellone.

¡Gracias por confiar en que juntos podíamos construir algo interesante!

Cecilia Russo

Abril  2021