Desde que las Organizaciones estuvieron obligadas al teletrabajo forzoso y casi total, pensé en escribir sobre qué impacto tendrá el COV19 en las Organizaciones, los Equipos y sus Líderes luego que la pandemia pase.
Sin duda, la irrupción de otros modos de trabajar y de organizarnos ocurrió sin que lo planeáramos y eso nos plantea qué haremos a futuro. ¿Tendrá sentido el trabajo presencial? Quizás cambiemos el modo y lo habitual sea el home office y lo excepcional ir a la oficina.
También en la Educación cambió el paradigma. Me sorprende ver a mis hijas estudiando en modo virtual, muy concentradas y comprometidas estando sus profesores lejos. ¿Qué rol tendrá el profesor a futuro? ¿En qué casos hace sentido lo presencial?
Todas estas son reflexiones que empecé a tener a partir de la llegada del confinamiento en casa.
Pero en los últimos días se profundizó en mí la preocupación por cómo las personas transitamos esta etapa de estar guardados. No está en duda los beneficios para la prevención de la enfermedad, pero ¿qué pasa con nuestra psiquis? ¿qué desafíos nos implica como personas el aislamiento?
En la Nación del 22 de Marzo, Enrique Valiente Noailles escribe una nota impecable “La clave es la fortaleza mental para resistir y actuar en forma coordinada”. En ese artículo Noailles puntualiza que el Coronavirus nos expone a 3 tipos de virus: el virus biológico (el virus convertido en pandemia), el virus económico (el impacto claro sobre la economía del globo) y el virus mental (¿qué hacemos como seres humanos frente al desafío que implica este cambio inesperado en nuestras vidas y qué hacemos frente al miedo a la enfermedad y la muerte?). Y, claramente concluye que quienes están mejor preparados para esta pandemia son quienes enfrenten el virus mental, es decir, quienes logran adaptarse y lo hacen desde una estructura psicológica que les permite sortear mejor el problema.
¡Qué desafío fuerte el que nos propone Noailles! ¿Cómo logramos esa adaptabilidad, resiliencia, flexibilidad?
En los Programas de Liderazgo y Coaching decimos habitualmente que los mejores Líderes son aquellos que logran ser resilientes, flexibles, que escuchan y actúan en consecuencia, que son ágiles en cuanto a comprender la realidad y timonear de acuerdo a la necesidad.
Pero el Coronavirus nos expone a esa necesidad y aún más. Si ya soy flexible y resiliente ¿qué nuevo aprendizaje tengo que desarrollar? ¿cómo logro delegar, confiar cuando antes no lo hacía con tanta frecuencia pero ahora no tengo otra alternativa?
Y aún más profundo es ¿cómo el líder logra lidiar con su propia angustia, temores y dudas cuando necesita seguir motivando, inspirando y coacheando a su equipo?
Una vez más, el autoconocimiento, la mirada reflexiva sobre cómo soy, qué fortalezas tengo disponibles para los demás serán parte de la receta. Y también apoyarme en los otros (pares, equipo) en aquellas que son debilidades en mí.
Sabemos que en los momentos de crisis nuestras fortalezas y debilidades se polarizan, es decir, podrá estar presente lo mejor de mí pero también lo peor.
Estemos preparados para eso, pero especialmente busquemos los modos para estar centrados y presentes a pesar de lo difícil del camino que estamos transitando.
Cecilia Russo
Marzo 2020